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* ¿Para qué sirve la red de la canasta?
En la segunda entrega de la sección '¿Para qué sirve?' explicamos la razón de por qué cuelgan redes de los aros en el baloncesto. Su origen supera ya el siglo de vida y se remonta a los orígenes mismos del juego.

Originalmente el baloncesto es una invención del profesor canadiense James Naismith para la escuela de Springfield(Massachusetts) en 1891. La idea surgió de la necesidad de inventar un deporte de interior que los alumnos pudieran practicar durante los fríos meses del invierno.
La primera prueba real tuvo lugar el 21 de diciembre de 1891 cuando Naismith encontró en la cocina de la escuela dos cestos de melocotones que colocó bajo los raíles de la balconada, exactamente a 10 pies de altura (305 cm) y uno a cada lado del gimnasio.
El resultado fue un éxito y la invención se extendió como la pólvora por el noreste de los Estados Unidos antes de hacerlo por todo el país y el extranjero.
Los primeros partidos se disputaron en distintos colegios con los célebres cestos de melocotones. Cuando se anotaba una canasta había que encaramarse a una escalera para recoger el balón de su interior y devolverlo al juego. Como es de imaginar eran muy pocos los aciertos y muy pocas las ocasiones en que había que hacerlo.
Pero muy pronto el aspecto de las canastas iba a variar.

En 1893 la compañía Narragansett Machine de Providence, en Rhode Island, comenzó a manufacturar aros de hierro reforzado que uniría a tableros de madera. Para que los aros no quedaran desnudos había que revestirlos de alguna superficie. Y los responsables de aquel primer proyecto pensaron que no era necesario que el balón quedara oculto cada vez que atravesaba el aro, tal y como sucedía con la pared circular de tablillas en los cestos de fruta.

De manera que idearon utilizar redes que empalmar a los aros, redes de igual constitución entonces a las empleadas para la pesca. El resultado fue un éxito.
Pero aún persistía un problema. Aquellas primeras redes eran cerradas, de modo que cuando había canasta el balón quedaba igualmente retenido en su fondo. Para sacarlo el árbitro empleaba una paleta con la que golpeaba la bola hasta su expulsión, cosa que a menudo, por la longitud de las redes, no era sencilla.
Para evitar esta pesada operación alguien tuvo la genial idea de cortar las redes que comercializaba la Narragansett. La compañía captó la idea y a partir de entonces sus canastas se compondrían de aro, tablero y redes abiertas.
Pero aún faltaba algo. Al cortar el fondo sin mayores cuidados “el balón cruzaba la red tan rápido –escribió el propio James Naismith– que los espectadores llegaban a dudar si el balón había entrado o no”. La solución fue igualmente sencilla.
Los fabricantes cerraron gradualmente las redes reduciendo la circunferencia en su caída, formando una sección cónica invertida, para que las entradas agitaran la red lo máximo posible y fuera así más fácil reconocer el paso del balón al cruzarlas.
Más de un siglo después aquella mezcla original continúa intacta.
“La red es el cabello del aro” (Psicobasket, CLXVIII).
*Artículo publicado en https://es.eurosport.yahoo.com/
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