
En este caso, la prueba de esfuerzo buscará poner el organismo al límite para asegurarnos de que funciona correctamente. Se tratará de incrementar la intensidad del esfuerzo paulatinamente hasta la extenuación y constatar que todo funciona dentro de la normalidad. Una especie de ITV de nuestro cuerpo que, como en el caso del coche, debería ser periódica, más frecuente cuanta mayor sea la edad o la intensidad del ejercicio o la competición.
Aquí las pruebas podrán ser de repetición de la ergometría en las mismas circunstancias o pueden ser otro tipo de pruebas, generalmente de determinación de la curva de lactatos en sangre. Es una prueba con escalones más largos (entre 3 y 5 minutos), también progresiva y con medición entre escalones del ácido láctico en sangre mediante la extracción de una mínima cantidad del lóbulo de la oreja para determinar los umbrales que nos marcarán las zonas de trabajo en los entrenamientos y mostrarán si hay una progresión correcta con dichos entrenamientos.
Las pruebas en todos los casos deberán ser realizadas en las mismas condiciones para que los resultados sean lo más fiables posible. Cuanta mayor sea la información que saquemos mayor será la utilidad de las mismas y, por supuesto, como cada vez que hablamos de salud, deberían ser supervisadas siempre por un médico.
Hace poco un buceador no entendía el porque de la revisión periódica que se le exigía para realizar su actividad. Es curioso que pasemos controles periódicos a nuestros coches, calderas, extintores, instalaciones eléctricas… y todavía haya que explicar la necesidad de hacerlo con nuestro cuerpo, teniendo en cuenta que sólo tenemos uno y los recambios son mucho más complicados de conseguir.
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