domingo, 10 de enero de 2016

LA INFORMACIÓN Y EL DEPORTE



Una de las cosas que más ha cambiado en los últimos tiempos en el deporte de alto nivel en general y en el ciclismo en particular es la relevancia cada vez mayor que ha adquirido la información, como acúmulo de datos a la hora de encarar la competición.



Ya no vemos aquellas espectaculares “pájaras” en etapas de montaña de las grandes vueltas. Las pérdidas entre la gente que lucha por la general se miden más en segundos que en minutos y ver como cada cual sigue su ritmo cuando se queda colgado y minimiza al máximo la ventaja de sus rivales se ha hecho norma general en dichas etapas.

Ello es debido a varios factores. Se han generalizado los pinganillos y la información de diferencias de tiempo y situación de carrera se conoce casi al instante por parte de todos los componentes del pelotón.


Por otro lado el conocimiento mucho más profundo de datos médicos gracias al control exhaustivo y periódico de diversos parámetros hace que el corredor conozca sus límites y posibilidades mucho mejor que antes. Vamos a poner un ejemplo, cada vez están más generalizadas las “pruebas de lactatos”. La ergometría con lactatos es una prueba más encaminada a determinar valores de rendimiento que a valores de salud. Se hace con escalones de entre 3 y 5 minutos y se para entre ellos para extraer una mínima cantidad de sangre (normalmente del lóbulo de la oreja) y medir la cantidad de ácido láctico en la misma. Los incrementos de carga o velocidad entre escalones también serán superiores, habitualmente el doble que en una prueba de esfuerzo de salud (o máxima). La prueba no tiene porque ser máxima y podría ser parada cuando se haya sobrepasado el umbral anaeróbico, es decir el punto en el que la concentración de lactato sanguíneo se dispara (normalmente entre los 3 y 4 milimoles por litro).


Dicho umbral marca el punto a partir del cual el organismo deja de trabajar de forma aeróbica, consumiendo oxígeno y sin crear ningún residuo para pasarse al metabolismo anaeróbico láctico, mucho menos rentable y usado sólo como último recurso. Por debajo de dicho umbral el deportista puede estar haciendo ejercicio, en teoria indefinidamente, mientras que en intensidades superiores, obteniendo la energía de forma anaeróbica el tiempo de trabajo está limitado a unos pocos minutos.

El conocimiento de dicho umbral tanto en términos de pulsaciones como de intensidad de ejercicio (watios o velocidad) hace que sea mucho más sencillo dosificar nuestro esfuerzo y mucho más dificil que nos llegue “el tío del mazo” del que tanto le gusta hablar a Perico Delgado.

Javier Aquerreta












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